sábado, octubre 29, 2005

Fuurin


Es la típica campanilla que muchos hemos visto en fotos, mangas o animes. De gran popularidad en la cultura japonesa.

Podemos decir que su origen se encuentra en China, donde se llamaba 'senfutaku' (campanilla de la fortuna) y que eran utilizadas en los campos de bambú, en los que se colgaban y, gracias a su sonido, podían conocerse la dirección y fuerza del viento.

Los antiguos monjes budistas de Japón, que viajaron por China como embajadores, regresaron con este singular objeto, aunque su utilización distaría mucho de su función original: colgados de las cuatro esquinas de los templos, llamarían a la tranquilidad y harían ahuyentar el mal. Su nombre pasó a ser 'futaku' (campanilla de aire) y se divulgó el rumor que, en aquellos lugares donde alcanzaba su sonido, no ocurrirían desastres.

Posteriormente, durante el período Kamawura, su nombre derivó a los caracteres de '風鈴', pero su lectura era 'furei'. Este nombre, otorgado por los monjes, es el que evolucionó al cual se le conoce hoy en día: fuurin [ふうりん].

El material utilizado en su fabricación siempre fue el cobre, no siendo hasta el año Kyoho (1700) en el que se comenzaron a crear campanillas de cristal. La técnica para trabajar el cristal, de una manera tan delgada, no fué perfeccionada en Japón hasta esas fechas, siendo en Nagasaki el lugar donde el cristal, trabajado con maestría, fue transmitiéndose a Osaka, Kyoto y Edo, causando gran sensación (aunque también hay que decir que sus precios eran altísimos). En un corto espacio de tiempo, la alta tecnología para la creación de cristal se hizo más barata y antes de comenzar la era Meiji (1887), las campanillas de cristal entraron en su apogeo.



En la actualidad, cuando llega el verano en Japón, las calles y casas se llenan de estas campanillas, dejando en la brisa dulces notas que alivian el calor. El efecto es meramente psicológico: imaginad un día de mucho calor. De pronto, puedes escuchar el tintineo del fuurin, indicando que una brisa se mueve junto a nosotros para aliviarnos... ¿funciona?, ¡claro que funciona!.

Los fuurin son tan populares que, en muchas regiones de Japón, se organizan ferias y concursos, otorgando premios a los más bellos diseños e innovaciones.